La primera impresión

No sólo nuestro modo de vestir, sino también la postura con la que nos mostramos a los demás, la manera de caminar, cómo miramos, el tono de voz con el que hablamos, incluso la forma de desenvolvernos en cualquier situación, comunican por nosotros sin palabras. Todos proyectamos una imagen que, lejos de quedarse en lo frívolo o superficial, va mucho más allá de la mera apariencia externa.

Nuestra imagen está formada por un conjunto de conductos de información (apariencia, voz y modulación, gestos y vestimenta), en los que intervienen otras cualidades no menos importantes como la actitud hacia los demás.

En el momento en que uno de esos conductos a través de los que transmitimos información no está en sintonía con los demás, el efecto inconsciente que provocamos en las personas con las que nos relacionamos es el plantearse si realmente transmitimos credibilidad y esa primera percepción es sumamente difícil de modificar.

De ahí, el papel clave que se atribuye a la primera impresión y que la tan conocida frase de que “la primera impresión es la que cuenta” sea una realidad, pues la tendencia innata de todos es juzgar a nuestro interlocutor y sentenciarlo, lo que influirá inevitablemente en nuestra manera de relacionarnos con él.  El común de los mortales no dudamos en hacer juicios rápidos  de valor al conocer a una persona en apenas 7 segundos y sólo tras ese primer impacto provoca en nosotros la necesidad de sacar conclusiones como “me cae mal”, “es un flipado”, “qué lerdo”, “es un fantoche”, “vaya listillo”, “no es un buena gente”, “qué arrogante”, etc.

CUIDADO CON EL EFECTO HALO!

Esa tendencia que todos tenemos a prejuzgar a los demás con una característica o una cualidad que según nosotros les define como consecuencia de la primera impresión que nos causa y que a partir de ahí, la extendamos inconscientemente a otras, es lo que se conoce como “efecto halo”.

El efecto halo está presente a diario en nuestras percepciones cuando nos relacionamos con los demás.

Para entenderlo bien y por poner un ejemplo, es muy común que al conocer a una persona que en nuestro primer contacto con ella nos ha resultado distante, de manera casi inmediata, le atribuyamos otras cualidades negativas estrechamente ligadas a esa primera impresión, como que es poco amable, altiva, seca, egocéntrica, etc., así como que a la inversa, aquella otra que a priori nos resulta cálida, rápidamente nuestro cerebro le sume de manera automáticamente otras cualidades positivas, como amable, generosa, buena persona o sincera.

Las consecuencias que producen el efecto halo en los humanos son que de manera inconsciente nos dejamos afectar por dicho efecto que, además, es sumamente difícil de controlar, siendo estas las razones por el que nos dejamos arrastrar por la primera impresión.

Si en ese proceso de relación con otras personas, más de la mitad de la información tiene su origen en lo que no comunicamos verbalmente, como sucede con nuestra imagen, es fundamental que ésta vaya alineada con lo que queremos transmitir para causar esa buena impresión que todos deseamos y evitar el efecto halo en su versión negativa.

“Nuestra apariencia expresa lo que somos y lo que queremos ser, pues a través de ella comunicamos nuestro mensaje y nuestros valores”.

Queramos o no, una buena parte de lo que llamamos la primera impresión está basada en el aspecto exterior y sobre todo en la imagen personal que se desprende de nosotros. Es fundamental reconocer que nuestra imagen es una herramienta indispensable para lograr los objetivos y propósitos que pretendemos cumplir en nuestra vida y que en ese proceso no podemos olvidar que para bien y para mal interviene de manera crucial la manera de mostrarnos ante los demás y la impresión que causamos.

 

¿CÓMO CAUSAR UNA BUENA IMPRESIÓN A TRAVÉS DE NUESTRA IMAGEN?

5 MANDAMIENTOS BÁSICOS

Aunque la lista podría resultar interminable, en mi opinión, los 5 mandamientos que siguen a continuación, deberían ser mínimos de obligado cumplimiento para conseguir transmitir la mejor versión de nosotros a través de la imagen que proyectamos.

  1. Viste de acuerdo con tus formas corporales. No proyectas una mejor imagen cuando tienes unas medidas totalmente proporcionadas; sólo se trata de seleccionar prendas que se adapten de la mejor manera a tu figura resaltando aquellas partes de tu cuerpo que resultan más armónicas y bonitas y ocultar a la vista aquellas pequeñas imperfecciones que sin duda tod@s tenemos.
  1. No sigas las tentencias a rajatabla. Es fundamental que valores si esa prenda de tendencia que tanto ves últimamente se acomoda a tu silueta y, lo que es más importante, si se adapta a tu estilo y a manera de ser y tu gusto personal.
  1. Selecciona cuidadosamente tus complementos y accesorios. Si no tuviste ocasión de leerlo, seguro que te gustará echar un ojo a mi post “Vistiéndonos por los pies”, en el que se deja constancia de los estudios que han demostrado que los zapatos que llevamos revelan un porcentaje más que elevado de las características de nuestra personalidad. Y aunque creas que no son importantes, los accesorios deben encajar en muy buena medida con tu morfología y con el look por el que hayas optado, por lo que es recomendable no abusar de ellos cuando no tengas clara la elección. Un accesorio de más o que no vaya acorde con tu figura ni con tu personalidad, puede destrozar ese look tan acertado para ti y causar el efecto contrario al que pretendes, por lo que es preferible quedarte corta y prescindir de esas piezas con las que no te sientes segura. En este mandamiento, es clave aquello de “menos es más”.
  1. Presta especial importancia a tu piel, tu pelo, tus manos y uñas. Recuerda que una imagen aseada y cuidada revela infinitas características de ti a quienes te rodean.
  1. Viste en función de tu edad. Seleccionar prendas juveniles y que sean tendencia no va reñido con la edad, pero no olvides que una elección de un look que no se ajuste a tu edad, puede transmitir a los demás lo que no eres ni quieres.

 

La lista anterior quedaría totalmente completa si:

  • Muestras una sonrisa sincera, con la que transmitas calidez y confianza. Ello provocará un efecto positivo que te hará conectar con la gente que te rodea. Si además eres auténtica, te permitirá ser digna de confianza y que los demás se acerquen a ti. 
  • No dejes de tener en cuenta la importancia de mantener el contacto visual y escuchar interesándote por lo que dicen los demás, asentir para mostrar interés por esa persona que te está hablando y ser cercana y empática,  para que quien se dirija a ti sienta que tiene cosas en común contigo.

Si te ha gustado este post me encantaría que dejaras algún comentario.

“No hay una segunda oportunidad para causar una buena impresión”. Óscar Wilde.

2 comentarios en “La primera impresión”

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